viernes, 26 de febrero de 2016

La pasión según Trelew

La pasión según Trelew (Alfaguara, 2016)
por Tomás Eloy Martínez
Argentina, 1973 & 2009

"Era una de esas ciudades en las que nunca pasaba nada: sólo el viento".
(La pasión según Trelew, Loc 352) 

Estupendo libro de investigación --publicado por primera vez en 1973, prohibido por la dictadura militar en el mismo año y actualizado en 2009 con un excelente epílogo añadido por Susana Viau-- sobre la infame masacre de Trelew y lo que tuvo lugar en la otrora tranquila ciudad patagónica poco después.  "Ambos [hechos] me cambiaron la vida" (Loc 24), escribe Tomás Eloy Martínez, en aquél entonces un periodista encargado del semanario porteño Panorama, antes de relatar que "en octubre de 1972 fui testigo del alzamiento popular con que los habitantes de Trelew respondieron al arresto de dieciséis ciudadanos y al allanamiento de un centenar de casas de la región.  El operativo militar y policial había sido concebido como un escarmiento contra la población, por la solidaridad que la unió a los presos del penal de Rawson antes de la fuga del 15 de agosto de 1972 y por la consternación que no ocultó después de los fusilamientos" (Loc 135).  ¿Por qué fue el libro prohibido como "subversivo"?  Además de las razones habituales, tal vez había algo que hacer con esta misma solidaridad que la gente de Trelew tenía por los presos de Rawson.  Eloy Martínez, por ejemplo, sostiene que la llegada de los primeros "cautivos políticos" al penal cambió la dinámica en la zona: "En la imaginación de la gente el bien y el mal empezaron a confundirse" (Loc 381). Gustavo Peralta, entrevistado por al autor después de haber sido detenido por el régimen de Lanusse, añade que después de visitar al penal como uno de los "apoderados" de los presos unos años antes, "todos fuimos cambiando sin darnos cuenta.  El guerrillero perdía su aureola aventurera y se transformaba para los de afuera en un tipo común y silvestre, en alguien apasionado por las pizzas y el dulce de leche, que leía a Julio Cortázar y se enfermaba de gripe.  Esas cualidades corrientes lo volvían más heroico ante nuestros ojos" (Loc 745-Loc 754).  Y tal vez había algo que hacer con el testimonio demoledor de Ricardo René Haidar, uno de los guerrilleros que milagrosamente sobrevivió la matanza del 22 de agosto: "Bravo se retira entonces de la celda pero de inmediato aparece el oficial cuyo nombre podría ser Fernández y sin mediar palabra me apunta a la cara.  Instintivamente giré mi cuerpo hacia la izquierda en el exacto momento en que me disparaba.  Recibí el impacto en el ángulo superior derecho del hemiotórax izquierdo, debajo de la clavícula...  A continuación escuché los disparos que el mismo oficial efectuó sobre Kohon, no recuerdo cuántos.  Y luego los quejidos de dolor de mi compañero...  Cuando leo los diarios, me entero de la versión oficial dada por el almirante Hermes Quijada.  Es completamente falsa.  No hubo ninguna tentativa de fuga; es totalmente falso que Pujadas haya intentado arrebatar el arma a un oficial.  Fue una masacre alevosa y premeditada contra diecinueve prisioneros desarmados" (Loc 1501-Loc1516).  Por su parte, Eloy Martinez no tiene pelos en la lengua sobre la importancia de Trelew al decir que "un Estado que tiene fe en la eficacia de la justicia no puede responder al terror con el terror" (Loc 46-Loc 54).  Con una anécdota digno de atención, añade que "más de doscientos ejemplares" de su apasionado La pasión según Trelew "fueron quemados tres años después en la plaza de un regimiento de Córdoba en compañía de volúmenes escritos por Freud, Marx y Althusser, que ardían mucho mejor" (Loc 61).  Un logro.

Tomás Eloy Martínez (1934-2010)

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